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Fraser Island: Nuestra primera aventura australiana

Fraser Island es también conocida como K´Gari paradise por los Butchulla, los aborígenes a los que pertenece esta región y quienes han habitado en harmonía con la naturaleza de este sitio desde hace muchos años. Este nombre da una pista de lo que encontraremos, un paraíso natural, salvaje y sin artificios.

Preparativos

Para planificar un viaje a Fraser Island, los preparativos son muy diferentes a los que habíamos hecho hasta ahora. Dichos preparativos te dan una idea de que esta isla no es un sitio cualquiera:

1.- Poner a punto el coche. A partir de Noosa, todo lo que haces es para coches 4×4 (hay otras alternativas, pero la que nosotros habíamos elegido y la que sin duda recomendamos, sólo se puede hacer en 4×4). De esto te das cuenta en el momento en que te encuentras con una zona para desinflar las ruedas del coche (para circular por arena es necesario llevar los neumáticos con baja presión si no quieres quedarte atascado) que nos recordaba a las zonas de montaña donde paras a ponerle las cadenas.

2.- Pedir y pagar todos los permisos de circulación y de acampada del Great Sandy National Park y de Fraser Island. Tanto la isla en sí como la costa de Cooloola forman parte de una zona protegida. Por ello está vigilada por rangers cuya misión es chequear que la gente está registrada, paga las tarifas correspondientes y se comporta correctamente. Genio y figura los rangers…

3.- Chequear la tabla con las mareas. Nuestra cara cuando nos dieron la tabla de mareas fue de “¿y ahora que hay que hacer con esto?” y es que resulta que hay zonas por las que solo se puede pasar con marea baja. Por lo tanto durante los próximos días, la ruta y nuestros horarios vendrían definidos por dicha tabla.

Por ejemplo,para circular el día 28 estábamos limitados a circular  a las 8.51 +/- 2 horas (a las 12 del mediodía por ejemplo, la marea ya estaba demasiado alta para transitar por algunas zonas):

Tabla de mareas

4.- Aprovisionarnos de comida, agua y gasoil necesario para 5 días ya que en la isla no hay supermercados, tampoco agua potable o estaciones de servicio.

Y con estos preparativos, el plan tenía muy buena pinta ya que lo que buscábamos era un poco de aventura.

Y empezamos la aventura…

Nuestra primera parte de la aventura fue recorrer el “Cooloola way” desde Tewantin hasta Rainbow Beach. Rodar por la playa con Ulises por esta espectacular costa nos hizo sentirnos tan felices y libres…en este momento vimos recomepensada la larga espera, los papeleos y el dinero invertido en traer a Ulises hasta Australia. Ya os hablaremos de todos los trámites en el próximo post, pero fueron 3 duras semanas donde llegamos a pensar firmemente que no podríamos meter a Ulises en el país (a día de hoy creemos que Ulises está aquí porque el factor suerte nos acompañó). Si tuviese que describir la felicidad con instantes, éste sería uno de ellos sin lugar a dudas…los 3 rodando de nuevo en un sitio espectacular con la adrenalina disparada, no podíamos quitarnos la sonrisa tonta de la cara.

Pasada esta primera parte, acampamos cerca del lugar donde a la mañana siguiente cogeríamos el ferry que nos llevaría a la isla. Al día siguiente, la marea baja tocaba por la tarde, por lo que nos quedamos por la mañana tomando el sol y saludando a los habitantes del lugar.

Cogimos el ferry que nos dejaría en la isla, el hombre que se encargaba de colocar los coches nos miraba extrañados, había algo que  no le cuadraba y ya por fin nos dijo. “Claro! ¡Nunca se había visto aquí un coche con el volante a la izquierda!” (o algo así porque le entendíamos la mitad…vaya acento indescifrable que tenía el señor…)

¿Qué hay en la isla?

Lago Mckenzie

Y por fin llegamos a Fraser Island, la isla de arena más grande del mundo y Patrimonio de la Humanidad. Dunas gigantes, lagos espectaculares y bosques, de hecho es la única isla de arena conocida donde el bosque crece en la arena. Un espectáculo de la naturaleza.

Lago Wabby

Restos del buque Maheno

Playa esculpida por los cangrejos soldado

Pero si hay una estrella en esta isla, ese es el dingo. El famoso perro salvaje australiano ( aunque no sólo lo hay en Australia) que tiene características de perro y de lobo.

En esta isla han conseguido que dingos y personas convivan en armonía, intentando ante todo preservar el lado salvaje de estos animales e insistiendo en que no se puede interactuar con ellos (no son cachorros de perro, son animales salvajes). Por ello y para preservar el lado salvaje de estos animales jamás se les debe dar nada de comer, ni llamar su atención, ni intentar interactuar con ellos. Son animales salvajes y no mascotas. Eso quedó claro en 2001 cuando una niña de 9 años perdió la vida por un ataque de dingo en esta isla. En ese momento, las normas se hicieron mucho más estrictas para que dicha convivencia fuera posible. Como por ejemplo, está prohibido llevar comida o bebidas alrededor de los lagos para evitar así atraer a los dingos o por ejemplo la basura que generas se debe guardar en recipientes sólidos hasta que lo puedas llevar a los puntos de recogida que están vallados para que estos animales no puedan entrar.

Los carteles extendidos por toda la isla donde te explican lo que se debe hacer y lo que no

Y gracias a este tipo de medidas lo que encontramos en esta isla es uno de los sitios mejor preservados y “más salvajes” de la costa Este australiana.

¿Dónde duermes?

Nuestra terraza en la isla

En uno de los campings del centro de la isla

Hay dos opciones para pernoctar en esta isla: en campamentos vallados y con baños o en frente de la misma playa. Sin duda recomendamos esta última. Estás prácticamente sólo (sin mosquitos), unas vistas espectaculares, incluyendo las estrellas y la opción de ver algún que otro dingo por la mañana…un espectáculo de la naturaleza!

Dormir en la playa y despertar rodeado de huellas de dingos y mientras desayunas ver un cachorro paseando por la playa es una experiencia muy única.

Un cachorro de dingo visto desde el techo de Ulises

Rutas 4×4

Los caminos de Fraser

Si la isla en sí resultaba espectacular, las rutas 4×4 forman gran parte de este encanto. Aquí no hay carreteras, solo caminos mal o peor mantenidos en el interior y pistas en la playa obra del mar…

Sólo hicimos las rutas más fáciles y menos mal, porque viendo aquellos escalones en el camino de medio metro,que tuvimos que subir con la furgoneta a base de maña y esfuerzo, se nos quitaron las ganas de ver cómo eran los de las rutas que venían en el mapa indicadas como “muy difíciles”.

Afortunadamente, no os tenemos que contar ni que nos quedamos encayados en la arena, ni que nos atacó un dingo, ni que nos quedamos sin provisiones porque sorprendentemente y teniendo en cuenta el par de cabecitas que tenemos, todo fue sobre ruedas y nunca mejor dicho porque Ulises no defraudó.

Y así vivimos cinco días, aislados del mundo, en medio de la naturaleza, sin cobertura en el teléfono y donde los horarios los imponían el sol y las mareas, rodeados de naturaleza en sus infinitas versiones. Sin duda, este sitio estará en nuestra lista de sitios favoritos del mundo.

“Pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias…”