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RECORRER COREA EN FURGONETA

Corea es un país muy cómodo para recorrer en furgoneta. La facilidad administrativa, el buen estado de sus carreteras y las impolutas y bien equipadas instalaciones compensan con creces el inconveniente de los carteles en coreano que aún quedan sin traducir al inglés.

En anteriores posts ya os hemos hablado de nuestra visita a los sitios más famosos del país, como en Seul y Busan y la isla de Jeju , también os hemos contado lo bien que se come en Experiencias culinarias. Todas estas cosas se pueden vivir con o sin furgoneta pues en este país el transporte público es muy bueno (aunque a veces puede no ser muy evidente).

Pero aquí os contamos lo que hizo diferente a este viaje para nosotros: recorrer el país en una furgoneta. Cómo se puede entrar en el país, cómo son sus carreteras, instalaciones, qué problemas nos encontramos y algún que otro sitio secreto!

La entrada al país en cuanto a trámites administrativos fue bastante fácil, pero eso ya os lo hemos contado tambien!  Corea nos recibe con los brazos abiertos

Así que empezamos con…

Carreteras coreanas

Como decíamos, el estado de las carreteras es muy bueno, incluso en el pueblín más apartado, en medio de las montañas, tienen un asfalto de primera.

Señora coreana dando el paseo

Quizás la parte negativa de las carreteras coreanas es que hay bastantes peajes. Los peajes no son muy caros, pero siempre hay carreteras paralelas mucho más bonitas. En cualquier caso si decides utilizar dichos peajes, ¡ojo con meterse en el carril correcto! Nosotros una vez nos metimos por el de camiones y otras por el de autopeaje y la liamos muy gorda porque a la salida no teníamos ticket y explícale tú a la señorita que eres un español que no sabe coreano! Y es que no es nada intuitivo…consejo: parar justo antes del peaje, dejar que pasasen los coches y ver en cual la gente recogía ticket para hacer lo mismo.

Instalaciones

Por todo Corea hay parkings con baños públicos, ya sea en la playa, junto a los parques nacionales o en áreas de descanso. Estos baños están bastante limpios, tienen papel y hasta hilo musical.

Baño público Coreano

Una cosa muy importante, en muchos de ellos hay un botón azul o rojo, con letras coreanas ¡NO HAY QUE PULSARLO! Yo lo hice porque quería saber para qué era, quería saber si era para cambiar la canción, para calefactar el asiento,  para que el wc se autolimpiase o para cualquier otra cosa guay y nada más pulsarlo empezó a sonar una alarma ensordecedora que era imposible de desactivar. Empecé a tocar todos los botones que vi en la entrada y nada…al cabo de un par de minutos se calló y aquí paz y después gloria…al cabo de un rato vinieron unos polis para ver que todo iba bien. Os aseguro que después de esto no volví a pulsar ningún otro botón sólo por probar.

Dormir en un excircuito de fórmula 1

Una de las cosas mas guays que nos pasó (en cuanto al tema de alojamientos) fue la de llegar al que fue el circuito de Formula 1 de Mockpo. Baños privados impolutos con duchas calientes, enchufe para el secador, cocina y fregaderos y todo ello a disposición del visitante. No nos cobraron nada ni el día que llegamos (que no había nadie) ni el de después (había hombres que estaban allí trabajando pero ni nos miraron). Leer más

Busan y la isla de Jeju

Cuándo buscábamos información sobre Corea, a parte de Seul, siempre aparecían Busan y la isla de Jeju. Los tres juntos son sin lugar a dudas los puntos más turísticos del país. A continuación os contamos cómo lo vivimos en nuestro viaje a Ítaca.

Busan

A primera vista Busan nos pareció un poco como Seúl. Una ciudad muy grande, con mucha gente en la calle, mucho restaurante, con un centro muy moderno y con rascacielos inmensos. Pero en poco tiempo nos dimos cuenta de que dista mucho de parecerse a la capital coreana.

Panorámica de Busan

Tiene templos budistas preciosos y algunos nada visitados; en el centro de la ciudad hay zonas de auténtico bosque, donde puedes hacer rutas de senderismo sin ni siquiera oír el ruido de la ciudad; tiene el mejor mercado de pescado de toda Corea y está localizado en una zona de islas que están conectadas entre ellas por puentes, creando una panorámica por la noche espectacular.

Vista nocturna de la ciudad

El mismo día que llegamos a Busan, habíamos embarcado a nuestra furgoneta Ulises en un barco rumbo a Australia. No llegamos a esta ciudad en el mejor de nuestros momentos, ya que nos dio mucha pena dejar a nuestra casita con ruedas en manos de unos desconocidos y además, sin saber cuándo la íbamos a volver a ver. Pero Busan se encargó de quitarnos la tristeza de nuestras mentes en seguida.

Recinto donde se celebra todos los años el festival internacional de cine de Busan

Carrito de comida típico en toda Corea, donde comes por dos duros

Ajetreadas calles de Busan

Y empezamos con lo mejor de Busán:

Admirar las vistas del barrio financiero y de sus rascacielos desde el parque de Dongbaek

Si te acercas a este parque por la noche, podrás admirar unas vistas de Busan iluminada. Ya os habréis dado cuenta de que a los coreanos les encantan las luces nocturnas.

Ruta costera en el barrio de Yongho Dong

Consiste en un sendero que va a la falda de un monte que hay en el barrio de Yongho. Nosotros recorrimos este camino que serpentea a la falda del monte y a pocos metros del mar. Una chica que conocimos en el metro nos habló de este lugar, que no sale en ninguna guía turistica. Nos dijo que era su lugar favorito de la ciudad, y la verdad es que a nosotros nos encantó

Mercado de pescado de Jagalchi

Ya hemos hablado de este mercado en nuestro post Experiencias con la comida coreana. Famosísimo por su gran cantidad de pescado y por ser el mejor de Corea. En muchos puestos presumen de traer parte de su género en avión desde la Isla de Jeju, aunque en realidad la mayor parte es traído por los barcos de pesca que lo descargan allí mismo, ya que el mercado da al puerto pesquero de la ciudad.

Ruta hasta el monasterio budista de Seokbulsa

Monasterio de Seokbulsa

Comenzamos la ruta en un CableCar que nos subió hasta las inmediaciones del fuerte de Geumjeong Sanseong y que nos ahorró la parte más dura de la subida. Desde el CableCar pudimos ver una de las mejores vistas de la ciudad. Hay que decir que el CableCar es bastante viejo y a veces da la sensación de que se va a desmoronar cuando ves todo el óxido que se está comiendo al aparato.

Vistas de Busan desde el Cable car

Una vez arriba tomamos la ruta que nos llevaba hasta el fuerte de Geumseong y desde allí empezamos a preguntar por el monasterio a todo el que nos encontrábamos, ya que las pocas indicaciones que hay, estaban en coreano y no se entendían.

Esto se encuentra en el mismo Busan

Entrada al fuerte de Geumseong

¿Qué habrá a 500 metros?

Tras dos horas de una preciosa ruta, encontramos perdido en una montaña en pleno Busán, el pequeño monasterio de Seokbulsa.

Se trata de un monasterio cuyos templos son de piedra, a diferencia de la mayoría de templos en corea que son de madera. Pero su verdadero interés no reside en estos templos. En la parte de atrás de los edificios, se encuentra un patio formado por las mismas montañas en la que están esculpidas en piedra unas inmensas figuras de buda y los protectores del budismo.

Buda esculpido en la roca

Gamcheon culture village

Panorámica del barrio de Gamcheong

En este barrio, que está dentro de Busan, vivía antiguamente la gente con menos recursos de la ciudad. Básicamente era como favelas brasileñas, sin agua, electricidad, canalizaciones… A día de hoy sí que cuenta con todas estas comodidades, y en 2009 numerosos artistas colaboraron con obras muy coloridas haciéndolo a día de hoy un barrio muy pintoresco.

Pececitos de colores

Desgraciadamente las hordas de turistas acuden a diario a visitarlo e incluso hay que hacer largas colas para hacerse una foto en los lugares más populares, como con una estatua del principito que hay en la villa (foto que nosotros no tenemos). No obstante, dando un paseo y curioseando sus callecitas menos transitadas por el turismo, fue bastante para disfrutar de Gamcheon.

¡Con esta gente no hay quien se entienda!

Tras mucho trastear encontramos una exposición de cuadros de un artista ruso en la biblioteca pública. Acabamos pasando allí la tarde tomando unos vinos y un aperitivo por cortesía del artista, mientras hablábamos un poco con él y disfrutábamos de sus obras, que la verdad, nos gustaron mucho.

Isla de Jeju

Desde Busan volamos a la Isla de Jeju para pasar unos días. Allí alquilamos una moto para así recorrernos la isla fácilmente y la verdad, fue la mejor opción.

¿Camino de Santiago? ¿En Corea?

Jeju está considerada uno de los mayores atractivos de Corea. Sin embargo, discrepamos respecto a esto. A nosotros nos desilusionó bastante, ya que está masificada por el turismo local (hay un vuelo a la hora a Busan y otro a Seúl, además de vuelos internacionales) y hay que pagar por todo (cataratas, un cráter en medio de la isla, una formación rocosa con piedras hexagonales…) con lo cual ha perdido el encanto que pudo tener años atrás.

Visitando una antigua villa de la isla

Típicas estatuas esculpidas en piedra de la isla de Jeju

Pasamos cuatro días con la moto en los que recorrimos la costa este de la isla, visitamos  los alrededores de Seogwipo y fuimos a  la isla de Udo. En esta ultima, tradicionalmente las mujeres se dedicaban a mariscar como lo hacen los percebeiros gallegos, mientras los hombres cuidaban de la casa. Hoy día todas estas mujeres se dedican al alquiler de motos y coches eléctricos para los turistas que invaden la isla.

Sin embargo, los dos últimos días hicimos dos cosas que nos encantaron, y que están entre las mejores experiencias de Corea:

Parque nacional de Hallasan

En este parque hicimos una ruta que sube hasta el volcán que dio origen a Jeju. La ruta nos llevó todo el día y tuvimos que ir bien pertrechados y con suficiente agua. Además tuvimos que empezar temprano, ya que si no, no da tiempo a hacer la ruta entera y los guardas podían cerrarnos el paso si llegábamos demasiado tarde.

Inicio de la ruta

Lo que encontramos en la ruta fue un otoño coreano en todo su esplendor. Probablemente no lo sepáis, pero la mejor época para visitar Corea es en otoño por sus espectaculares paisajes, y esto es lo que pudimos apreciar en Hallasan.

Otoño coreano en el parque Hallasan

Al inicio de la ruta los árboles están todavía verdes, pero a medida que vas subiendo de altura, las montañas se vuelven más escarpadas, el sendero se hace más vertical y aparecen los colores marron, rojo, naranja y amarillos en el follaje de los árboles. La montaña se ve imponente por su verticalidad, a la vez que preciosa por sus colores. Es un paisaje que hacía que nos parásemos constantemente a observarlo con calma.

Tras disfrutar durante un par de horas de este paisaje, todo vuelve a cambiar, y entonces sobrepasamos las nubes y en vez de árboles ahora hay arbustos, más típicos de las zonas de altura. Finalmente, a tan sólo 1950m llegamos al punto más alto de toda Corea del Sur, desde donde pudimos ver el cráter del volcán. Todo un espectáculo

Agotados tras la parte más dura

¡Por encima de las nubes!

¡Por fin la cima! Al fondo el cráter del volcán

Jimjilbang en la ciudad de Jeju

¿Qué es un Jimjilbang? Los Jimjilbang son un concepto Japonés que está muy extendido en Corea y que consiste en edificios con baños y saunas separados por géneros y donde la gente va completamente en bolas desde el momento en que se entra. Además, es posible dormir en ellos, y eso es lo que hicimos nosotros.

El tema es que suelen ser muy baratos. Nosotros pagamos unos 6€ por persona, mientras que un hostal ronda los 15€ por cabeza.

Al principio quisimos pasar una noche solo como experiencia, pero nos gustó tanto que nos quedamos dos.

En el que estuvimos había 5 plantas: 1ª Recepción 2ª Baños y saunas para mujeres 3ª Zona común con suelo radial 4ª Baños y saunas para hombres 5ª Zona común sin calefacción.

Recepción del Jimjilbang

Como comprenderéis, no pudimos hacer fotos del interior del Jimjilbang, pero simplemente buscando Jimjilbang en Corea en Google podréis haceros una idea de cómo son estos lugares.

Evidentemente en las zonas comunes hay que ir vestido, pero tienes que llevar un pijama que te da el personal del Jimjilbang.

En la zona de baños y saunas hay varias piscinas con agua a distinta temperatura, saunas, también a varias temperaturas en función de lo que seas capaz de aguantar y un montón de duchas. Además hay una zona para relajarte y ver la tele fuera de las zonas de baño (por supuesto, en bolas).

Esto es todo una cultura. La gente pasa horas allí aseándose, relajándose, hablando de béisbol o viendo las noticias. Y nosotros la verdad es que le cogimos el gustillo, en especial María, pues el segundo día se llevó todos sus potingues para hacerse una sesión intensiva de cremas.

Tras más de una hora de aseo, nos pusimos nuestros pijamas y nos fuimos a la quinta planta, donde nos echamos a dormir en el suelo. Esta planta estaba llena de esterillas en el suelo a modo de cama. Para apoyar la cabeza, usaban un minúsculo ladrillo de goma-espuma forrado que hacía las veces de almohada. Parece incómodo, pero no os podéis hacer una idea de lo bien que dormíamos después de toda aquella sesión de higiene.

No siempre encontramos en el camino lugares idílicos como los que nos prometían los panfletos, a menudo buscas un lugar o una experiencia con muchas expectativas y acabas llevándote un chasco. Nosotros, creemos que no hay que obsesionarse con ver o hacer las cosas más populares, o por hacerse la foto en el lugar más idílico para subirla a las redes sociales. Como en el caso de la foto con el principito o la isla de Jeju, nosotros buscamos otras alternativas, que nos llevan siempre a tener experiencias inesperadas.

¡Y pide que el camino sea largo! ¡Lleno de aventuras, lleno de experiencias!

Un poco de mar y montaña

Nuestros primeros días en Corea, en el monasterio de Woljeongsa, fueron muy intensos. Muchas cosas nuevas aprendidas, muchas experiencias y sólo llevábamos dos días allí. Así que necesitábamos descansar un poco.

Decidimos ir a la playa, no a una en particular, simplemente poner rumbo al punto más cercano de la costa y buscar allí. Recorrimos las montañosas carreteras hasta llegar al mar. Tan sólo tardamos una hora, lo que nos resultó hasta extraño, ya que veníamos de Rusia, donde cada vez que decidíamos ir a un sitio nos llevaba varias horas llegar a él.

Carreteras montañosas que hacían sudar a Ulises

Hay que decir que nuestros primeros kilometros en Corea fueron muy estresantes. Ya no estaba Soonki guiando nuestro camino, así que tuvimos que apañarnosla solos y habituarnos a las señales de tráfico coreanas. Lo peor eran los cruces, si había semáforos estaban después del cruce, no antes como en Europa y si no había semáforo no teníamos claro que señal indicaba la prioridad de cada vía. Además las señales de desvío están justo en el mismo lugar donde el mismo desvío y con un cartel muy pequeño…todo eran trampas!

¿Entendeis algo de a donde hay que ir?

Por suerte pudimos llegar a la playa sin ningún incidente y con la furgoneta de una pieza.

¡Y por fin la playa!

Pronto nos dimos cuenta de que en todas las playas había zonas de acampada, donde la gente montaba unas tiendas que eran auténticas mansiones. Pero para nosotros lo mejor fueron los baños públicos. Los había por todos lados ¡y tenían hasta hilo musical! Aparcábamos la furgoneta en parkings abiertos, nos duchábamos en bañador y teníamos unos estupendos baños al lado. Además, como no había muchos coches en los parkings sacábamos el toldo ocupando dos plazas y de esta manera teníamos una terraza para hacer vida en primera línea de playa. Que más se podía pedir.

Zona de acampada en la playa

Baños públicos

Nuestra casita a orillas del mar

En esta zona de Corea el surf es muy popular. No os imaginéis a grandes surfistas bronceados por el sol desafiando inmensas olas, si no más bien, cientos de coreanos con trajes de neopreno largo (a pesar del calor), gorra y la cara blanca de toda la crema que se han echado. A pocos metros de la playa estaban todas las escuelas de surf, las motos llevaban un artilugio para poder portar las tablas colgadas a un lado y muchos coreanos se teñían el pelo de rubio. Todo parecía una imitación de la imagen idealizada del surf en Estados Unidos.

Escuela de surf

Mirad los supersurferos del fondo

Toda esta estampa nos resultó cuanto menos graciosa. Al fin y al cabo, eso también forma parte de Corea y no dejaba de haber un buen ambiente que nos atraía, por lo que nos quedaríamos hasta que durase el buen tiempo. Si algo habíamos aprendido en estos meses de viaje, es a quedarnos en un sitio cuando estabamos a gusto. Cuantas veces en Rusia nos fuimos de algún sitio estupendo porque teníamos otros planes, para que al final esos planes no saliesen como esperábamos.

Una mañana, cuando ya estábamos listos para seguir buscando playas más al norte, apareció un coreano que mediante señas me dijo que teníamos las ruedas con poca presión y trás mucho discutir con él, entendimos que en Corea no puedes inflarlas en las gasolineras. Todo esto era muy raro. ¿Qué quería este coreano? ¿Cómo no se va a poder inflar las ruedas en la gasolinera? Empezó a hablar con su compañero y a hacer algunas llamadas. Se empeñó en que había que solucionar aquello. Entonces se me pasó por la cabeza un comentario en un foro, sobre que los coreanos van de buenas y luego te la dan con queso.

Les dijimos que no se preocupasen, que ya lo solucionaríamos y que teníamos prisa, pero era demasiado tarde…ya habían llamado a una grúa ¡Lo que nos faltaba! Entendernos con nuestro seguro coreano para hacer papeles en coreano…Mientras intentabamos hacernos entender y ya dispuestos a montarnos en el coche e irnos, llegó una especie de coche taller, se bajó un hombre y cogió un compresor.

Inflandole las ruedas a Ulises

Inflaron las ruedas y tras terminar, hicieron fotos a la matrícula del coche de los coreanos y firmaron unos papeles. Ahora lo entendíamos todo. Dieron un parte a su seguro para que viniese la grúa a inflarnos las ruedas. Nos dijeron que solo querían ayudarnos, que no podían dejar que fuésemos por la carretera con las ruedas mal. Nunca nos pidieron nada, ni dinero ni documentos, sólo que cuando volvamos a España contemos que los coreanos son buenas personas y que les gusta ayudar a la gente.

Sorprendidos por lo que nos acababa de pasar, seguimos nuestro camino hacia el norte, donde poco a poco iban desapareciendo las escuelas de surf para dar paso a playas llenas de alambre de espino. Aquí sí que se notaba el conflicto con sus vecinos del norte. Las playas parecían preparadas para evitar una invasión. Muchas no eran accesibles, ya que había grandes alambradas que impedían el paso. Además, todas estaban muy bien iluminadas por la noche para poder controlar cualquier anomalía.

Con todo esto llegamos hasta Sokcho, donde pasamos el día y nos preparamos para conocer un parque nacional coreano.

No nos hemos teletransportado a Wall Street, son las calles de un pequeño pueblo pesquero

Parque nacional de Seoraksan

Entrada al parque de Seoraksan

El parque nacional de Seoraksan está considerado el más bonito de Corea, así que teníamos que conocerlo. Decidimos hacer una ruta de un día que nos llevaría hasta el pico Ulsanbawi. Sobre el mapa la ruta parecía muy dura, ya que había tramos donde hacer un kilómetro llebaba más de una hora.

Inicio de la ruta

En Corea, el treking es otro de los deportes populares del país. Muchísima gente hace senderismo por las montañas coreanas, que están llenas de parques nacionales. Las rutas están muy preparadas para que todo el mundo las pueda hacer. Las partes más simples son caminos de tierra y piedras, pero cuando la cosa se complica hay pasarelas de madera y a menudo puentes colgantes para pasar los ríos. No obstante han conseguido hacerlo de tal forma que la ruta no pierda el encanto.

La primera pare de la ruta discurre al lado de un río, el cual deja unas estampas muy bonitas y tras una hora de caminata empieza la subida de verdad. Atraviesas el bosque por una ruta que consiste unicamente en escalones y la subida empieza a ser dura.

Las ardillas abundan en el parque

Nos llamó la atención que los coreanos, a pesar de estar sudando (igual que nosotros), cuando nos los cruzábamos olían a flores! A pesar de lo duro de la caminata, su aspecto era de alguien que acababa de salir de la tienda donde se ha comprado todo el material de montaña. Y es que los coreanos son muy presumidos, les gusta ir bien vestidos y además, el tema de la higiene está muy arraigado en la cultura. Lo cual nos venía genial, ya que gracias a ello había muchos baños públicos en muy buenas condiciones.

Coreanos perfectamente equipados y oliendo a flores

Justo antes de llegar al punto más crítico de la ruta, había un templo muy curioso que estaba escabado en la roca donde además sonaban sin cesar las oraciones budistas al son del cuenco de madera que utilizan como instrumento.

Entrada a un templo esculpido en la roca

Templo en el interior de una gran roca

A pocos metros de este templo empezaban las escaleras que te llevan a la cima. La subida es dura y en algunas zonas las personas con vértigo (como yo) lo pueden pasar un poco mal.

Escaleras a la cima

Vistas del parque

Tras una hora de subir escaleras, por fin alcanzamos la cima! Y cómo no, las mejores vistas del camino. Valles rebosando de árboles, rodeados por unas espectaculares motañas de las que salían grandes picos de piedra como si intentasen escapar de ser cubiertos por la intensa vegetación. Para completar aquella mágica escena, se podía ver perfectamente como las nubes subían desde el valle hacia lo alto de las montañas empujadas por el viento.

¡¡Y por fin la cima!!

Por todo el parque hay sitios para poder beber y descansar y si haces rutas de varios días, no hace falta que lleves tu tienda de campaña, hay refugios (Shelters) en puntos estratégicos para dormir, que cuestan unos 5€ por persona. Se podría decir que Corea es el paraíso del senderismo, pues como veríamos más tarde, así era en todos los parques nacionales.

Buda enorme que se encuentra en este parque

Al final de la tarde estábamos de vuelta en la playa, pero las nubes empezaron a asomar por el horizonte y por la noche llovió bastante. Esto marcó el final de los días de playa y naturaleza, en dos días estaríamos en Seul.

¡Pide que el camino sea largo! ¡Lleno de aventuras, lleno de experiencias!

Corea nos recibe con los brazos abiertos

Estábamos llegando a Corea. Ya se veían sus costas desde el barco y nosotros estábamos ansiosos por llegar. Pasamos las 24 horas del viaje aburridos, andando por el barco y viendo memorias de África (muuuy recomendable e inspiradora si aún no la habéis visto). El viaje se nos hizo eterno, pero siempre pasa cuando tienes tantas ganas de llegar a un sitio.

No nos habían dado buenas referencias de este país. Chris, el escritor que nos encontramos en el Baikal, nos dijo que los coreanos tenían siempre presente en sus vidas el miedo de que estallase la guerra; un italiano que conocimos en el barco, pensaba que los coreanos eran como niños caprichosos y leímos posts de gente que decía que este país les había defraudado.

Pero este tipo de cosas no nos desilusionan, todo lo contrario, nos dicen que tenemos ante nosotros un país nada turístico que podemos descubrir nosotros mismos y lejos de hacer que nos echemos atrás, hace que tengamos aún más ganas por conocerlo.

Llegando a Corea

Y tras todas estas reflexiones, por fin llegamos a tierra. Bajamos del barco a pie y fuimos a pasar el control de pasaporte, donde nos tomaron fotos y huellas digitales. Ya estábamos fichados en Corea. Nos llevaron a la entrada de la terminal y nos hicieron esperar. Entonces, un Coreano vestido de motero, empezó a hablar con nosotros y nos contó que llevaba viajando 13 meses con su moto. Había estado en Europa, Rusia, Kazajistán, Mongolia… Y había cogido el mismo Ferry que nosotros para volver a casa. Así  es como conocimos a Soonky.

Con nuestro amigo Soonki

Soonki nos contó, que cuando estuvo en España, un chico le reparó la moto entera gratis y por tanto se sentía en deuda con los españoles y cosas de la vida, ahí estábamos para ser ayudados! Así que nos invitó a pasar un par de días con él. Ahora la pelota está en nuestro tejado, tendremos que ayudar a alguien que esté en nuestra situación llegado el momento.

Restos de la bandera de España que Soonki tenía en su moto

No podíamos haber tenido más suerte. Llevábamos dos meses en Rusia, dos meses de muchos kilómetros, en los que nos habíamos acostumbrado a Rusia, a su comida, a sus costumbres, a su lengua, a sus paisajes y a sus larguísimas y horribles carreteras. Pero Corea no tiene nada que ver con lo que hemos hecho hasta ahora. Cuando vamos al supermercado, no sabemos para qué sirven la mitad de las cosas, el idioma es radicalmente diferente, con figuritas y dibujitos en vez de letras, no entendemos su cultura, sus carreteras… Sus carreteras son increíbles, pero las señales de tráfico no tienen ningún sentido. Así que como comprenderéis, Soonki nos vino muy bien esos primeros días para hacernos al país y resolver nuestras dudas.

Aceptamos la invitación de Soonki, y tras hacer todo el papeleo para poder circular con nuestra furgoneta por el país, nos pusimos en marcha. Nuevamente volvíamos a ser un grupo de tres. Nos acordamos muchísimo de nuestro amigo Fernando, que nos acompañó en nuestro primer mes por Europa y que siempre iba a la cabeza de este grupo. Esta vez era Soonki el que iba delante con su moto.

 

Estancia en el Monasterio Budista de Woljeongsa

Puerta de entrada al monasterio de Woljeongsa

Ese mismo día nos llevó al monasterio de Woljeongsa en el parque nacional de  Odaesan, a unos 90 km al noroeste de Donghae donde nos quedaríamos unos días.

De primeras un templo puede parecer un centro turístico que visitar, pero la vida del templo va mucho más allá!

Estatuas de madera típicas en los monasterios, que representan a los protectores del templo

Camino hacia el monasterio

 

En este monasterio budista Soonki pasó un mes de retiro hacía ya algunos años. Nosotros nos quedaríamos un par de noches allí, la primera en la furgoneta, la segunda nos dieron una habitación para huéspedes.

Habitaciones para huéspedes

En Corea es bastante común las estancias en estos monasterios. La gente va a meditar, a sentirse en paz, o simplemente a relajarse de sus estrenadas vidas. Estas estancias conllevan levantarse a las 4:30 para la oración de la mañana, meditar, desayunar a las 6:30 a base de arroz y verduras, realizar trabajos comunitarios, comer arroz y verduras, pasear por los bonitos alrededores, cenar arroz y verduras, asistir a la oración de la tarde, conversar con monjes mientras toman un té y acostarse a las 9 para descansar.

Desayuno, almuerzo y cena típica de los monasterios budistas

Nosotros no participamos en todas las actividades del monasterio, pero sí en algunas, cómo por ejemplo la primera oración de la mañana. Teníamos mucha curiosidad por conocer en qué consistían los rituales budistas y no nos lo podíamos perder, aunque levantarnos a las 4 de la mañana fue algo durísimo (como dice una amiga, anda que si el cura de nuestro pueblo nos dice que hay que ir a las 4.30h de la mañana a misa ?) pero la experiencia lo merecía, además ya que nos invitaban a alojarnos allí, que menos que asistir a algún oficio).

Así que el día comienza cuando uno de los monjes empieza a tocar la campana para ir al primer oficio del día:

En ese momento nos dirigimos al único templo iluminado del monasterio.

Nada más llegar al templo donde se celebraba la ceremonia, cogimos una esterilla y nos limitamos a hacer lo que hacían los demás. Lo primero que había que hacer era saludar a Buda. Esto se hacía poniéndose de rodillas en la esterilla, sentándose sobre los talones, para después llevar la cabeza hasta el suelo, tocándolo con la frente y con las manos a los lados y las palmas hacia arriba.

Tras hacer esto nos quedamos de rodillas en la esterilla, esperando a que los monjes llegasen, tiempo que la gente dedicaba a meditar. Nosotros por supuesto hicimos lo mismo. Un poco después entraron los monjes. Todos ellos llevaban la cabeza rapada y vestían una especie de kimono gris, que tenían impoluto y sin una arruga y sobre el que se ponían un hábito de color naranja muy oscuro.

Monje budista con sus hábitos de la ceremonia

Caminaron silenciosamente por el templo, hasta llegar al otro extremo, donde cogieron su esterilla y se arrodillaron como nosotros.

Entonces un monje empezó a cantar y otro a tocar un instrumento llamado Moktak, que sonaba igual que los palillos de madera que tocábamos en clase de música en el colegio y que  marcan con el ritmo cuando hay que arrodillarse y postrarse ante Buda, lo cual hay que hacer durante toda la ceremonia. Nosotros no entendíamos nada de lo que cantaba el monje, pero esos cánticos, en aquel lugar, donde todo (el templo, los monjes, sus cánticos…) desbordaba armonía, hizo que sintiesemos una sensación muy agradable. Los pensamientos se detienen y te limitas a escuchar y a seguir el ritmo de la ceremonia. A estar presente en aquel templo.

Camino del comedor para desayunar

Después de la ceremonia nos fuimos a dormir una horita antes de desayunar. Más tarde, en el desayuno, pudimos deleitarnos con la comida típica de los templos budistas: arroz, verduras y tofu. Nada de huevos, ni carne, ni pescado; ni siquiera café leche o algún zumo, sólo agua.

Seguidamente fuimos a dar un paseo matutino.

Alrededores del monasterio

Este monasterio está ubicado en un parque nacional, así que el resto del día lo dedicaríamos a visitar los otros monasterios del parque y hacer una pequeña ruta. Es increíble ver esos monasterios con esos tejados tan característicos, grandes y llenos de colores, entre las imponentes montañas coreanas, donde parece que se han hecho un hueco entre la vegetación.

Típicos tejados de los monasterios budistas

En muchos monasterios suele haber un templo lleno de budas de muchos tamaños. Se les llama el templo de los mil budas

Comimos en uno de esos monasterios, ya que ofrecían comida gratuita a todos los visitantes, y acabamos comiendo lo mismo que habíamos desayunado. El menú de los monasterios no alberga mucha sorpresa!

Para volver al monasterio donde nos alojábamos había que recorrer parte de este precioso parque Nacional de Odeasan así que pasamos la tarde maravillados con este entorno.

Cementerio de algunos monjes budistas ilustres

Un poco perdidos

En el parque había esculturas hechas con la naturaleza


Finalmente para acabar el día, fuimos a visitar a una monja budista, que impartía clases en el monasterio. Charlamos con ella mientras tomábamos un té y nos introdujo un poco en el mundo de la meditación y su filosofía de vida.
Lo que ella nos dijo, es que no hay que pensar nada más que en lo que estás haciendo en ese momento, centrarte en el preciso instante que estás viviendo, y no dejar que tu mente se distraiga pensando en situaciones pasadas ya vividas o en las futuras, que no sabes cómo serán. De esta manera es como evitan las preocupaciones, los miedos y en definitiva el sufrimiento o como decía Kavafis en su poema Itaca, los monstruos del camino.

Charlando con una monja budista

Los budistas meditan constantemente, ejercitan su mente con cada cosa que hacen. Ella nos puso el ejemplo de que en ese momento estaba tomando una taza de té y que por tanto se concentraba en su aroma, en su gusto, en si estaba caliente o frío. No pensaba en si tenía mucho trabajo, o si había hecho algo en el pasado que podría haber hecho de otra manera. En su mente solo estaba la taza de té.

Nosotros ya sabíamos un poquito sobre meditación, pero para los budistas no es solo un pequeño ejercicio que practican de vez en cuando, para ellos es un estilo de vida.

Con todas estas enseñanzas y nuevas vivencias nos despedimos al día siguiente del monasterio y de nuestro nuevo amigo Soonki. No podíamos estarle más agradecido. Corea nos había recibido con los brazos abiertos.

Última foto antes de despedirnos de Soonki

¡Y pide que el camino sea largo! ¡Lleno de aventuras, lleno de experiencias!

Las Rutas: ¿Y dónde vamos?

A la hora de diseñar este viaje nos planteamos todos los continentes posibles y todos los destinos del mundo.

De primeras no teníamos un destino predefinido e imprescindible al que había que ir sí o sí, y esonos daba la libertad de poder elegir la ruta en función de algunos factores que consideramos prioritarios:

  1. Diseñar una ruta por Tierra: Hay que tener en cuenta que existen países en los cuales es muy peligroso atravesar fronteras por tierra como por ejemplo ciertos países de Africa, América central o de oriente próximo. Hay otros países en los que directamente las fronteras están cerradas como por ejemplo entre la india y China y otros en los que directamente no se puede circular como por ejemplo China o Birmania.
  2. Evitar conflictos bélicos: debido a la inestable situación política, económica de muchos países, especialmente de oriente próximo, hay rutas como por ejemplo la tradicional ruta de la seda es impracticable (especialmente lo que era la antigua Persia).
  3. Entornos naturales: nada nos hace más alucinar y disfrutar como el estar en medio de la naturaleza (sea del tipo que sea), lejos de las grandes olas de turistas o de sitios sobrexplotados. Queremos visitar también las grandes urbes por supuesto, pero no son nuestro principal objetivo.
  4. Ruta progresiva: Creemos que es necesario un periodo de adaptación, es decir, empezar poco a poco antes de adentrarse en la aventura.
  5. Tiempo: en principio contamos tan solo con un año para realizar esta ruta.
  6. Y si metemos todos estos ingredientes en una coctelera, nos quedaría una ruta definida principalmente por 4 etapas:

    PARTE 1: EUROPA

Empezar por Europa para ir haciéndonos a nuestra nueva vida y a Ulises ( y acompañados por un buen amigo motero rutero Fernando que nos guie y nos regañe cuando somos muy desastres ).

 

PARTE 2: RUSIA

Adentrarnos en Rusia y cruzar tooooda Rusia siguiendo la actual ruta transiberiana, empezando por Moscú, recorriendo alguna ruta interesante y hasta llegar a Vladivostok:

RUTA TRANSIBERIANA

 

PARTE 3 : ASIA

Esta parte del viaje no está aún muy definida, de primeras hemos hecho solo un pequeño análisis de requisitos para cada país especialmente en temas de VISA y de conducción
( si está permitida o no a extranjeros con sus propios vehículos):

 

PARTE 4: AUSTRALIA

Como destino final hemos elegido Australia. Es un país muy habituado a ver gente local y turistas en sus carreteras recorriendo el país, creemos que es EL PAIS por excelencia para este tipo de viajes. Como dato interesante, destacar que solo dar media vuelta a Australia, ya son más kilómetros que cruzar toda Asia!!!

 

Y bueno, esta es más o menos la ruta que tenemos en nuestra cabeza a groso modo (la ruta de nuestros sueños).

En esta categoría iremos publicando cómo evoluciona esta ruta según los imprevistos y contratiempos que seguro tendremos muchos!!