Entradas

Corea nos recibe con los brazos abiertos

Estábamos llegando a Corea. Ya se veían sus costas desde el barco y nosotros estábamos ansiosos por llegar. Pasamos las 24 horas del viaje aburridos, andando por el barco y viendo memorias de África (muuuy recomendable e inspiradora si aún no la habéis visto). El viaje se nos hizo eterno, pero siempre pasa cuando tienes tantas ganas de llegar a un sitio.

No nos habían dado buenas referencias de este país. Chris, el escritor que nos encontramos en el Baikal, nos dijo que los coreanos tenían siempre presente en sus vidas el miedo de que estallase la guerra; un italiano que conocimos en el barco, pensaba que los coreanos eran como niños caprichosos y leímos posts de gente que decía que este país les había defraudado.

Pero este tipo de cosas no nos desilusionan, todo lo contrario, nos dicen que tenemos ante nosotros un país nada turístico que podemos descubrir nosotros mismos y lejos de hacer que nos echemos atrás, hace que tengamos aún más ganas por conocerlo.

Llegando a Corea

Y tras todas estas reflexiones, por fin llegamos a tierra. Bajamos del barco a pie y fuimos a pasar el control de pasaporte, donde nos tomaron fotos y huellas digitales. Ya estábamos fichados en Corea. Nos llevaron a la entrada de la terminal y nos hicieron esperar. Entonces, un Coreano vestido de motero, empezó a hablar con nosotros y nos contó que llevaba viajando 13 meses con su moto. Había estado en Europa, Rusia, Kazajistán, Mongolia… Y había cogido el mismo Ferry que nosotros para volver a casa. Así  es como conocimos a Soonky.

Con nuestro amigo Soonki

Soonki nos contó, que cuando estuvo en España, un chico le reparó la moto entera gratis y por tanto se sentía en deuda con los españoles y cosas de la vida, ahí estábamos para ser ayudados! Así que nos invitó a pasar un par de días con él. Ahora la pelota está en nuestro tejado, tendremos que ayudar a alguien que esté en nuestra situación llegado el momento.

Restos de la bandera de España que Soonki tenía en su moto

No podíamos haber tenido más suerte. Llevábamos dos meses en Rusia, dos meses de muchos kilómetros, en los que nos habíamos acostumbrado a Rusia, a su comida, a sus costumbres, a su lengua, a sus paisajes y a sus larguísimas y horribles carreteras. Pero Corea no tiene nada que ver con lo que hemos hecho hasta ahora. Cuando vamos al supermercado, no sabemos para qué sirven la mitad de las cosas, el idioma es radicalmente diferente, con figuritas y dibujitos en vez de letras, no entendemos su cultura, sus carreteras… Sus carreteras son increíbles, pero las señales de tráfico no tienen ningún sentido. Así que como comprenderéis, Soonki nos vino muy bien esos primeros días para hacernos al país y resolver nuestras dudas.

Aceptamos la invitación de Soonki, y tras hacer todo el papeleo para poder circular con nuestra furgoneta por el país, nos pusimos en marcha. Nuevamente volvíamos a ser un grupo de tres. Nos acordamos muchísimo de nuestro amigo Fernando, que nos acompañó en nuestro primer mes por Europa y que siempre iba a la cabeza de este grupo. Esta vez era Soonki el que iba delante con su moto.

 

Estancia en el Monasterio Budista de Woljeongsa

Puerta de entrada al monasterio de Woljeongsa

Ese mismo día nos llevó al monasterio de Woljeongsa en el parque nacional de  Odaesan, a unos 90 km al noroeste de Donghae donde nos quedaríamos unos días.

De primeras un templo puede parecer un centro turístico que visitar, pero la vida del templo va mucho más allá!

Estatuas de madera típicas en los monasterios, que representan a los protectores del templo

Camino hacia el monasterio

 

En este monasterio budista Soonki pasó un mes de retiro hacía ya algunos años. Nosotros nos quedaríamos un par de noches allí, la primera en la furgoneta, la segunda nos dieron una habitación para huéspedes.

Habitaciones para huéspedes

En Corea es bastante común las estancias en estos monasterios. La gente va a meditar, a sentirse en paz, o simplemente a relajarse de sus estrenadas vidas. Estas estancias conllevan levantarse a las 4:30 para la oración de la mañana, meditar, desayunar a las 6:30 a base de arroz y verduras, realizar trabajos comunitarios, comer arroz y verduras, pasear por los bonitos alrededores, cenar arroz y verduras, asistir a la oración de la tarde, conversar con monjes mientras toman un té y acostarse a las 9 para descansar.

Desayuno, almuerzo y cena típica de los monasterios budistas

Nosotros no participamos en todas las actividades del monasterio, pero sí en algunas, cómo por ejemplo la primera oración de la mañana. Teníamos mucha curiosidad por conocer en qué consistían los rituales budistas y no nos lo podíamos perder, aunque levantarnos a las 4 de la mañana fue algo durísimo (como dice una amiga, anda que si el cura de nuestro pueblo nos dice que hay que ir a las 4.30h de la mañana a misa ?) pero la experiencia lo merecía, además ya que nos invitaban a alojarnos allí, que menos que asistir a algún oficio).

Así que el día comienza cuando uno de los monjes empieza a tocar la campana para ir al primer oficio del día:

En ese momento nos dirigimos al único templo iluminado del monasterio.

Nada más llegar al templo donde se celebraba la ceremonia, cogimos una esterilla y nos limitamos a hacer lo que hacían los demás. Lo primero que había que hacer era saludar a Buda. Esto se hacía poniéndose de rodillas en la esterilla, sentándose sobre los talones, para después llevar la cabeza hasta el suelo, tocándolo con la frente y con las manos a los lados y las palmas hacia arriba.

Tras hacer esto nos quedamos de rodillas en la esterilla, esperando a que los monjes llegasen, tiempo que la gente dedicaba a meditar. Nosotros por supuesto hicimos lo mismo. Un poco después entraron los monjes. Todos ellos llevaban la cabeza rapada y vestían una especie de kimono gris, que tenían impoluto y sin una arruga y sobre el que se ponían un hábito de color naranja muy oscuro.

Monje budista con sus hábitos de la ceremonia

Caminaron silenciosamente por el templo, hasta llegar al otro extremo, donde cogieron su esterilla y se arrodillaron como nosotros.

Entonces un monje empezó a cantar y otro a tocar un instrumento llamado Moktak, que sonaba igual que los palillos de madera que tocábamos en clase de música en el colegio y que  marcan con el ritmo cuando hay que arrodillarse y postrarse ante Buda, lo cual hay que hacer durante toda la ceremonia. Nosotros no entendíamos nada de lo que cantaba el monje, pero esos cánticos, en aquel lugar, donde todo (el templo, los monjes, sus cánticos…) desbordaba armonía, hizo que sintiesemos una sensación muy agradable. Los pensamientos se detienen y te limitas a escuchar y a seguir el ritmo de la ceremonia. A estar presente en aquel templo.

Camino del comedor para desayunar

Después de la ceremonia nos fuimos a dormir una horita antes de desayunar. Más tarde, en el desayuno, pudimos deleitarnos con la comida típica de los templos budistas: arroz, verduras y tofu. Nada de huevos, ni carne, ni pescado; ni siquiera café leche o algún zumo, sólo agua.

Seguidamente fuimos a dar un paseo matutino.

Alrededores del monasterio

Este monasterio está ubicado en un parque nacional, así que el resto del día lo dedicaríamos a visitar los otros monasterios del parque y hacer una pequeña ruta. Es increíble ver esos monasterios con esos tejados tan característicos, grandes y llenos de colores, entre las imponentes montañas coreanas, donde parece que se han hecho un hueco entre la vegetación.

Típicos tejados de los monasterios budistas

En muchos monasterios suele haber un templo lleno de budas de muchos tamaños. Se les llama el templo de los mil budas

Comimos en uno de esos monasterios, ya que ofrecían comida gratuita a todos los visitantes, y acabamos comiendo lo mismo que habíamos desayunado. El menú de los monasterios no alberga mucha sorpresa!

Para volver al monasterio donde nos alojábamos había que recorrer parte de este precioso parque Nacional de Odeasan así que pasamos la tarde maravillados con este entorno.

Cementerio de algunos monjes budistas ilustres

Un poco perdidos

En el parque había esculturas hechas con la naturaleza


Finalmente para acabar el día, fuimos a visitar a una monja budista, que impartía clases en el monasterio. Charlamos con ella mientras tomábamos un té y nos introdujo un poco en el mundo de la meditación y su filosofía de vida.
Lo que ella nos dijo, es que no hay que pensar nada más que en lo que estás haciendo en ese momento, centrarte en el preciso instante que estás viviendo, y no dejar que tu mente se distraiga pensando en situaciones pasadas ya vividas o en las futuras, que no sabes cómo serán. De esta manera es como evitan las preocupaciones, los miedos y en definitiva el sufrimiento o como decía Kavafis en su poema Itaca, los monstruos del camino.

Charlando con una monja budista

Los budistas meditan constantemente, ejercitan su mente con cada cosa que hacen. Ella nos puso el ejemplo de que en ese momento estaba tomando una taza de té y que por tanto se concentraba en su aroma, en su gusto, en si estaba caliente o frío. No pensaba en si tenía mucho trabajo, o si había hecho algo en el pasado que podría haber hecho de otra manera. En su mente solo estaba la taza de té.

Nosotros ya sabíamos un poquito sobre meditación, pero para los budistas no es solo un pequeño ejercicio que practican de vez en cuando, para ellos es un estilo de vida.

Con todas estas enseñanzas y nuevas vivencias nos despedimos al día siguiente del monasterio y de nuestro nuevo amigo Soonki. No podíamos estarle más agradecido. Corea nos había recibido con los brazos abiertos.

Última foto antes de despedirnos de Soonki

¡Y pide que el camino sea largo! ¡Lleno de aventuras, lleno de experiencias!

Nuestro primer monasterio budista: Ivolginsky Datsan

Y aquí os vamos a contar cómo fue nuestra experiencia en el primer monasterio (y templo) budista que visitamos en nuestras vidas. Una experiencia que nos será difícil de olvidar y ahora entendereis porqué.

Antes de continuar, dos cosas a saber:

  1. Por increíble que parezca, fue en Rusia y no en Corea! Y sí, nos volvió a ocurrir, algo que no habíamos planeado hacer, que desconocíamos absolutamnete, se convirtió en un descubrimiento, un regalo del camino!
  2. Puede haber ciertas cosas que os suenen raras o muy raras en este post…pero no! no nos hemos vuelto majaras, os las contamos tal y como nos las contaron o como las vivimos. Quizás nuestra cara de asombro o incredulidad fuese la misma que la que pondreis vosotros.

Y dicho esto empezamos!

El Ivolginsky Datsan, data de 1945, por aquel entonces aún andaba Stalin al poder y éste fue el único monasterio budista que se permitió construir bajo dominio comunista. Satlin, básicamente mandaba a los religiosos a campos de concentración y muchas iglesias y templos fueron destruido en esta época. Sin embargo, inexplicablemente, aquí hizo una excepción y hoy en día éste es el monasterio budista más importante de Rusia.

Típicos detalles de las fachadas de los edificios del monasterio.

Este monasterio está siuado en la república rusa de Buratia, una región que colinda al sur con Mongolia y con el lago Baikal  al oeste. Ésta es la última región de Rusia donde veremos rasgos mongoles, incluída la que va a ser nuestra guía.

Se trata de un complejo budista formado por 7 templos, casas donde viven monjes, una universidad budista donde estudian los monjes más aventajados, así cómo otro tipo de edificios con algún significado religioso cómo por ejemplo un invernadero donde hay plantado un árbol que procede del árbol de Bodhi (la higuera donde buda empezó a ser buda) así como cientos de molinillos de oraciones por todas partes.

Nosotros llegamos ya por la tarde tras dar algún que otro rodeo y tras preguntar a varias personas, pues la verdad no había muchas indicaciones o no las vimos (o no las entendimos?).

Teníamos el recinto casi para nosotros (a parte de todos los monjes y personas que trabajan aquí). Antes de entrar nos acercamos a la oficina de información que había a la entrada y una mujer nos empezó a hablar en inglés (música para nuestros oídos!), así que tras explicarnos algunas cosas sobre unas telas que tenían por allí (seguid leyendo para ver lo que pasó finalmente con aquellas telas), se nos ofreció como guía del recinto y no lo dudamos!

No podíamos haber tenido más suerte con esta señora que nos explicó no sólo en que consistían cada uno de los edificios que íbamos viendo si no que además nos introdujo en esta religión, sus ritos, costumbres, simbología y tradiciones.

Todo en este monasterio tiene un protocolo y un significado! Para empezar, tanto el recinto, así como cada uno de los templos debe recorrerse en sentido horario antes de entrar. Una vez dentro, se recorren también en sentido horario y hay que realizar tres saludos. Todo es muy harmonioso y tiene un orden. Lo primero que encontramos son numerosos molinillos de oraciones en el exterior de los templos, hay que hacerlos girar también en el sentido de las agujas del reloj. Cada molinillo equivale a una oración.

Cuando llegamos al primer templo, estabamos nerviosos porque no sabíamos que nos íbamos a encontrar ni como había que actuar, así que nos limitamos a imitar a nuestra guía (donde fueres haz lo que vieres!).

En el centro del templo había mesas bajas y cojines a modo de sillón, donde leen y estudian los monjes. Al fondo estaban las imagenes de buda a las cuales no se les debe dar la espalda. Recorríamos el templo andando para atrás como los cangrejos y mirando disimuladamente para no chocarnos hasta que la guía nos dijo que no era necesario, con 3 pasos hacia atrás sin darle la espalda, era suficiente…para habernos visto!?

El interior de los templos estaba iluminado con algunas velas y la luz del atardecer que entraba por las ventanas, el olor a incienso, silencio absoluto y miles de colores por todos lados, estabamos absorbidos por nuestros sentidos!! En el interior de los templos estaban prohibidas las fotos con el objetivo de que aquello no se convirtiera en un museo. Pero en uno de los últimos, donde no vimos indicaciones y la guía nos dejó solos, aprovechamos para captar alguna instantanea.

Son lugares concebidos para la oración, la lectura, la meditación, llenos de color y llamativas estatuas, pero en general no demasiado ostentosos.

Uno de los edificios más importantes es el TEMPLO SOGCHEN, éste era la “iglesia principal” del complejo. Protegido por coloridas estatuas de leones y en el interior había unas 1000 representaciones de Buda y de nuevo colores por todos lados.Los motivos animales se repiten en el exterior de estos templos, como los tigres y leones que protegen la entrada.

O los ciervos que presiden la fachada principal de los templos. Los ciervos forman una parte importante del simbolismo budista, ya que cuando Buda contaba su primera historia, dos ciervos se acercaron a escucharle y cuando la historia acabó, los ciervos volvieron al bosque.

Llegando más o menos a la mitad de nuestra visita, la guía empieza a contarnos una historia que nos deja ojipláticos y que más tarde nos enteramos que eso es lo que hace a este monasterio tan famoso. Nos señala uno de los edificios más bonitos del recinto y nos cuenta lo siguiente (entre paréntesis mis comentarios):

“Aquí vive Itigilov, el que fué Lama de Rusia entre los años 1911-1917″(mucho antes de que este templo fuese construido).

“Itigilov nació en 1852, con 16 años  empezó a estudiar el budismo. Pertenecía al selecto grupo de monjes budistas que conocían el Tantra SecretTeaching. Se trata de unas enseñanzas budistas que permiten a estos monjes cosas como atravesar paredes, volar o caminar sobre las aguas” (traduzco las palabras de nuestra guía que nos contaba esto con el más profundo convencimiento).

“En 1917 estalló la revolución de Octubre (se acababa la época de los zares y los comunistas llegarán al poder) y con los comunistas al poder, se preveía un futuro muy  difícil para los budistas. Itigilov le dió unas instrucciones muy detalladas a sus alumnos. Él entraría en estado profundo de meditación y en ese momento, deberían meterle en una caja de pino en posición de loto y enterrarle. La segunda consigna, es que años más tarde deberían exhumar su cuerpo y sacarlo al exterior.”

“Fue en el año 1927 cuando entró en estado de meditación profunda, así estuvo un total de 75 años hasta que en 2002 fue desenterrado.Su cuerpo estaba intacto, en posición de loto. En este momento Itigilov volvió a nuestro mundo para demostrar la fuerza del Budismo, así como para ayudar a todas las personas con independencia de su religión o creencias.” (según hemos leído más tarde, fue desenterrado mucho antes, pero había tal persecución de los budisas, que los monjes prefirieron no contarlo para poder seguir preservando el cuerpo y parece que fue en el 2002 cuando éste hecho fue conocido mundialmente).

“Su consciencia sigue viva y su cuerpo también, pues éste llega a alcanzar los 34 grados de temperatura.” (cuando en el año 2002 el cuerpo fue examinado por científicos y forenses, informaron de que el estado del cuerpo era el mismo que el de alguién que hubiese muerto hace 36 horas, cuanto menos curioso,no?).

“Se trata de un fenomeno único en el mundo budista, no hay  ningún hecho similar en el mundo. Él está vivo (nos asegura nuestra guía), tiene 165 años y está en posición de loto en este palacio.” ¿Cómo te quedas? Pues así nos quedamos nosotros! seguidamente le pregunto si lo podemos visitar y nos dice que si queremos tener una conversación con él, teniendo en cuenta de que venimos desde muy lejos, podemos pedir el permiso a los monjes. Para esta visita, también habría un protocolo que seguir y que nos explica. Nos dice que nos lo pensemos y que le diesemos una respuesta cuando hubiésemos acabado la visita (el monje normalmente sólo se muestra al público 8 días al año y lógicamente este no era uno de esos días).

Y nuestra respuesta fue sí, queríamos presenciar aquello, teníamos que verlo con nuestros propios ojos! Seguramente haya una explicación científica para cada uno de los hechos extraordinarios que nos acababan de contar, pero os aseguro que en aquel sitio, con aquella mujer que te contaba todo de aquella manera tan convincente, no podíamos más que dejarnos llevar.

Llegamos al templo y estaba cerrado pues era un poco tarde, al final no sabíamos si iba a ser posible entrar, aquello estaba muy chapado. Pero tras varios paseos y llamadas de nuestra guía, nos confirmó que unos minutos vendría un monje a abrirnos, así que se despidió de nosotros, nos agradeció la visita y nos dijo que disfrutaramos de nuestra “unconscious conversation”.

Aquí esperando a que llegase el monje con la tela “ofrenda”.

Finalmente llegó el monje, encendió unos inciensos y nos dijo que pasásemos. Allí estaba, al fondo del altar tras una ventana de cristal, en frente de nosotros con sus 165 años y sentado en posición de loto. Nos quedamos como dos pasmarotes en frente de Itigilov bien para meditar o para intentar la prometida conversación! Vaya experiencia…tras unos minutos y haber dejado unas ofrendas (para esto servían las telas amarillas??para dejarlas en los pequeños altares a modo de ofrenda), nos despedimos de Itigilov.

A la salida, el monje que nos abrió nos estaba esperando, nos hizo algunas preguntas como que de donde éramos (no daba para más nuestro nivel de ruso) y nos dió una especie de bendición, cogió una tela amarilla (cómo la que habíamos dejado en el altar), le hizo un nudo y nos la regaló.

Salimos de aquel sitio con la cara de haber visto y vivido algo único ¿Y sabeis qué? puedes creer o no lo que te cuentan, aquí es casi lo que menos importa. Pero si sientes respeto, miras al mundo sin prejuicios, vives las experiencias con incocencia y sin esperar nada especial, te sorprendería todo lo que te puede pasar!

“Y pide que el camino sea largo, lleno de experiencias…”